Últimamente viajo a Barcelona con una cierta frecuencia. Es agradable reencontrarse con la ciudad de uno y con viejos amigos.
Una visita obligatoria en cada viaje es a la librería Altaïr y siempre, invariablemente, salgo con algún libro. Frecuentemente con dos o tres.
La librería Altaïr pasa por ser la librería de viajes más grande de Europa. Uno puede tomar varios libros de sus estantes y sentarse cómodamente en un sillón a ojearlos. Sé cuando entro, pero también cuando salgo: cuando cierran y echan la persiana abajo.
No hablaré más de Altaïr, pues tengo intención en breve de dedicar una entrada a algunas librerías de viajes del país. Al menos a las que yo conozco.
Un librillo de Buenos Aires –necesito datos frescos y prácticos para mi guía argentina-, un ensayo sobre la Granada golfa –así se llama el libro-, y un delicioso libro de rutas para conocer Barcelona a paso lento -Barcelona sense presses. BCN slow- fueron mis últimas adquisiciones.
Esta última es una guía íntima para sumergirse en esa otra Barcelona, que la rutina y las prisas nos escamotean bajo el caos circulatorio y la globalización: la Barcelona de la convivencia y la hospitalidad, de la sensibilidad ecológica, la cultura, la artesanía, la gastronomía sencilla y saludable…
Son 23 itinerarios que apuestan por una manera relajada de relacionarse con el espacio y el tiempo urbanos. Un viaje a plazas recoletas, jardines alejados de la contaminación acústica, cafés de barrio, calles que recuerdan cuando los barrios eran pueblos independientes, mercados, y un sinfín de rincones para llenar las horas muertas.
Han sido cinco días de deambular sin cesar por mi ciudad de la mano de esta guía que, sin lugar a dudas, me acompañará en mis próximas exploraciones.
A continuación algunas fotos de mi Barcelona slow:
Todas las fotos de esta entrada están hechas por Antonio Vela y cuentan con su correspondiente copyright. Está prohibida su reproducción sin la autorización expresa del autor.
Todas las fotos de esta entrada están hechas por Antonio Vela y cuentan con su correspondiente copyright. Está prohibida su reproducción sin la autorización expresa del autor.
4 comentarios:
Viajero que andas despierto vendiendo un sueño, tu cuaderno ha sufrido un cambio. Eso veo. Me gusta. Mucho.
Fantástico texto, fantásticas fotos de tu Barcelona Slow.
Que ganas de volver a Barcelona... seguramente para mi sería la ciudad perfecta si no fuera por ese turismo masivo que la invade.Últimamente cuando voy ya casi evito pisar la Rambla y prefiero perderme por otros barrios como el de Gràcia. En fin, que habrá que mirar esa guía...
un saludo!!
Bueno, Woman, ando aún remodelando el diseño del blog; poco a poco voy descubriendo cosas, aunque algunas no hay manera de averiguar cómo cambiarlas como, por ejemplo, disminuir el tamaño de la foto de portada.
Estoy contigo, Jordi. En los últimos años BCN -lo pongo así a drede- se ha convertido en una ciudad de diseño enfocada a un turismo excesivo y a l@s chic@s Erasmus.
Los lugares comunes están permanentemente invadidos por gentes con unas dinámicas muy diferentes a los que viven en la ciudad. No digo que eso sea malo, pero para los que acostumbrábamos a saborear los rincones quasi en soledad las cosas han cambiado mucho.
Insisto, no digo que sea bueno o malo; esto depende de los lugares o del prisma con el que se mire el fenómeno. Solo digo que las cosas han cambiado mucho.
Cada vez añoro más -incluidos los años grises- la Barcelona que viví entre los 60 y los 80. Esa permanece en mi memoria, en las novelas de Juan Marsé y algunos Carvalhos de Vázquez Montalbán; y en los libros de fotos de Eugeni Forcano, Xavier Miserachs o Català i Roca.
Los que somos de aquí conocemos la forma de encontrar esos lugares amables, y para los de fuera -y también para nosotros- la guía que ahora manejo, y algunas otras, son una buena herramienta para descubrir, o redescubrir, la Barcelona-slow.
Publicar un comentario