Durante 1989 viví en el barrio de La Recoleta, en Buenos Aires, a escasas cuadras del cementerio más distinguido de la ciudad. Muchas mañanas soleadas acudía a sus bancos para leer y espiar el deambular de cientos de gatos callejeros. Se trata de un auténtico museo de escultura al aire libre. Yo lo bauticé como la ciudad de los ángeles.
Siempre que vuelvo a Buenos Aires me paseo por mi barrio y me encanta hacer fotos del cementerio.
En julio de 2011, recién estrenada mi nueva cámara, acudo de nuevo a él para publicar mi primer álbum en blanco y negro.